COMPLEMENTO es un e-zine que se actualiza el primer viernes de cada mes. Está hecho sin recursos económicos ni subsidios y cuenta enteramente con la buena predisposición de lxs colaboradores que optan aportar sus textos o imágenes al proyecto. NO HAY FINES DE LUCRO. Se agradece difusión por un pensamiento divergente. La Complemento desprecia al lector pasivo, busca un lector que piense y difiera de lo que lee, que discuta, un lector crítico. Al ser una entrega mensual se tomará como criterio un eje temático para cada número, pero NO un enfoque homogéneo. Bienvenida sea la genuina diversidad.

viernes, 2 de noviembre de 2012

RELATO

HETEROSEXUALIDAD LIBERTADA
> Por Bárbara Corneli

Frente al espejo mis senos son simples, pequeños, firmes, suaves, armoniosos, rosados. Las manos los cambian, los moldean. En el tacto soy plastilina, arcilla, barro. Me endurezco y tenso, crezco. Soy el cuerpo con el que juega el otro, la otra. El tiempo es elástico y de seda, no me ata. Muto y de ser sólo unas yemas de dedo al ras de una espalda hacia arriba y hacia abajo, paso a ser todo un escalofrío, piel de pollo y de gallina, erección y humedad, arañazos y retorcijones, espasmos. Lengua.Lóbulo.Líbido. Clítoris y penetración. Repiqueteo y cadencia. Descubro: soy libre. 

O no. 


Las miradas esperan. El vestido blanco de la pureza y la mancha en la sábana de la virginidad bien conservada. La fidelidad del amor bobalicón que se deshace en faltas de respeto a diario: vos lavá los platos que para eso yo traigo el dinero a casa, sacate eso que parecés una puta, no me rompás las pelotas. Cubrir todo con una sonrisa bien convincente. Conformarse y ya. Al final de la jornada la pareja heterosexual y monógama, los hijos, las hijas, el consuelo, la mentira. ¿Lo que no está en el molde son sólo experiencias?, ¿archivo para la excitación?. ¿Bagaje porno propio?, ¿morbo? ¿No es acaso más real que la pantomima del orden familia nuclear, rutina laboral, colegio privado o público, fin de semana en la plaza o el shopping, vacaciones en las toninas?. 

Toda mi piel se forma de terrenos indefinidos. Me envuelve, me explora y me excede. No hay conflicto. No hay ser. Puedo cabalgar el movimiento o bailar al ritmo de una cadencia compartida o querer huir de los fluires automáticos que no despiertan nada, ni cosquillas. 

El erotismo es libre, el placer indomable. Cuanto más se explora la libertad, más difícil se hace creer en las definiciones y en lo definitivo. Cada vez se puede decir menos "soy esto". Todo se reduce a expresiones de un deseo mutante y escurridizo. Hoy quiero esto: una chica a mi lado, nuestras curvas en espejo, pezones rozándose, piernas entrelazadas lubricando un movimiento ondulado. Mañana desabrochar una bragueta con ansias, intriga en la contundencia. La sorpresa y la alegría de encontrar un falo firme que punce mi carne profundo. 

Ilustración: Judith Asilos
Ser bien macho, hacerle saber que es tuya, que de todo debe rendirte cuentas, de sus tiempos, sus espacios, sus amistades, todo. Erigir en tu falo y con él la simbología de tu poder sobre tu mujer, su cuerpo y el mundo. Sólo ese tramo de carne que cuelga fláccida la mayor parte del tiempo es lo que te distingue, lo que te abre las puertas a puestos de poder en la casa, las instituciones, la economía y la política. Que el falo se endurezca y erija más firme y enaltecido, que rebalse de placer y se lubrique cuando le estimulan el ano, con un dedo, una zanahoria, o lo que sea. Pagar por sexo porque el que paga tiene el poder y en esa privacidad y en esa jerarquía -sostenida en una hipocresía de mil caras-, pedir que otro falo los penetre, les haga estallar la próstata de placer prohibido. Y entonces ¿Cuán hétero sigue siendo el macho que goza por el culo? ¿Cuál es el código de conducta y de vestimenta que determina y vuelve predecible nuestras preferencias en la cama? ¿Qué hace pensar que eso es lo que somos y seremos siempre? Elegir a una persona del sexo opuesto no determina los tramos del cuerpo con los que se disfruta. Y hay fragmentos de piel y de carne que de hétero no tienen nada. Cuerpos gozosos y sin límites, para bucear constantemente en complementos de un placer que nunca lograremos complacer y colmar si no somos un poco más libres. Libres incluso de las palabras.